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El gran monolito de Coatlinchan, 1964. Fotografia atribuida a Ola Apenes, aunque probablemente el sea quien se aprecia sobre el monolito
(Fotografia tomada de Etnografiska museet Museo de Etnografia Museo en Estocolmo, Suecia PDM1.0)
Una
tarde soleada cerca de 1935, en el poblado de San Miguel Coatlinchán, un hombre
prepara su cámara fotográfica y la apunta a un enorme monolito que descansa de
espaldas en un hueco en el terreno. Una mujer se monta en el monolito y posa a
la cámara ante la mirada curiosa del guía local. Ambos personajes evidentemente
no son mexicanos, sin embargo tampoco son turistas. Él
lleva años fotografiando los paisajes de México como el lago de Texcoco,
Tepoztlán o la Malinche. Pero lo que más le apasiona es descubrir y documentar
objetos del México antiguo, prehispánico. Lo ha hecho en Chimalhuacán a los
márgenes del lago de Texcoco y ahora está documentando el monolito de Tláloc,
que treinta años después será llevado al Museo Nacional de Antropología e
Historia para dar la bienvenida a los visitantes.
El
fotógrafo se llama Ola Apenes y su historia inicia al otro lado del mundo, en
Noruega.
Ola
Rasmus Apenes nació en un tranquilo rincón de Noruega (Fredrikstad) el 23 de Agosto de 1898. Creció en un
entorno que no podía prever el destino que le aguardaba en las tierras lejanas
de México. Fue allí, en la Ciudad de México, donde aterrizó en 1929 para unirse
a la Compañía de Teléfonos Ericsson. Aunque su trabajo en la compañía era
importante, pronto descubrió que su corazón latía más fuerte por otro interés:
la rica historia y la cultura de México.
Volcanes extintos en el Valle de México. Al fondo Iztaccíhuatl y Popocatépetl. Fotografia por Ola Apenes.
(Fotografia tomada de Etnografiska museet Museo de Etnografia Museo en Estocolmo, Suecia PDM1.0)
A
medida que los meses pasaban, Apenes se veía cada vez más atraído por las raíces
históricas y culturales de México. En su tiempo libre, se dedicaba
apasionadamente a explorar las antiguas civilizaciones que habían florecido en
estas tierras siglos atrás. Sus viajes lo llevaron a lugares emblemáticos como
el lago de Texcoco, Tepoztlán y la Malinche, donde capturó la majestuosidad de
la naturaleza y la riqueza de la historia mexicana a través de su cámara.
Mercado e Iglesia en un poblado de Mexico.
(Fotografia tomada de Etnografiska museet Museo de Etnografia Museo en Estocolmo, Suecia PDM1.0)
Pero
lo que realmente encendía su espíritu era descubrir y documentar objetos del
México antiguo, prehispánico. En las tierras de Chimalhuacán, a los márgenes
del lago de Texcoco, hizo descubrimientos significativos y llevó a cabo
estudios detallados sobre los cambios en la zona lacustre. Su pasión por la
arqueología y la etnografía se convirtió en el motor que impulsaba sus
exploraciones y su labor investigativa.
Esa tarde soleada en el poblado de San Miguel Coatlinchán, Apenes prepara su cámara fotográfica con precisión y la apunta hacia el antiguo gigante de piedra. La mujer que posa, como si quisiera fundirse con el espíritu ancestral de la piedra, es la antropóloga Frances Gillmor, quien, como Apenes, había caído bajo el hechizo de México y su herencia prehispánica.
Una dama posa sobre el monolito de Coatlinchán (Taloc) cerca de 1940. ¿Sera Frances Gilmore? (Fotografia tomada de Etnografiska museet Museo de Etnografia Museo en Estocolmo, Suecia PDM1.0)
Estos
dos personajes, comparten su amor tormentoso con una pasion intensa por
la cultura y la historia que han encontrado en este rincón del mundo. Pero
el destino les tenía preparada una despedida temprana. Frances Gillmor regresó a Estados Unidos en 1938.
La Segunda Guerra Mundial estalló en 1939 y como escribiría Rafael García Granados en el Prefacio al libro
"Mapas Antiguos del Valle de México" Ola Rasmus Apenes "Ya no vivía tranquilo en México. Le atormentaba pensar que, en tanto que nada le faltaba, su madre, allá en Noruega carencia hasta de lo indispensable
y sufría vejaciones de los invasores alemanes" por lo que, obsesionado por estas ideas gestiono su ingreso al Cuerpo Expedicionario Noruego del Real Ejercito Noruego que se preparaba en
el exilio, en la Pequeña Noruega, Canadá.
Apenes
fue aceptado en 1942 y comenzó su entrenamiento militar. Sin embargo, la vida
tenía otros planes. En abril de 1943, una apendicitis atendida al parecer tardíamente, lo arrebató
prematuramente de este mundo sin haber podido combatir por la liberación de su patria. Su partida dejó un vacío en la comunidad de
amigos y colegas que habían compartido su pasión y admirado su dedicación, como en la Sociedad Mexicana de Antropología de la que fue socio fundador.
.
Hoy,
la fotografía del monolito a Tláloc, tomada por Ola Apenes en aquella tarde, es un testimonio de su amor por México y su compromiso con la
exploración y la preservación de su historia. Su legado perdura en cada imagen
que capturó y en el profundo respeto que tenía por la cultura mexicana.
Mapas Antiguos.Uno de los aspectos más notables de su legado fue la publicación póstuma de su obra "Mapas Antiguos del Valle de México" en 1947. Esta obra contribuyó de manera significativa al conocimiento de la geografía histórica de la región y se convirtió en una referencia importante para estudiosos y amantes de la historia.
Portada del Libro "Mapas Antiguos del Valle de Mexico" (Fotografia tomada del libro electronico reproducido por La Biblioteca Nacional de Noruega. )
Así,
Ola Apenes, el noruego que amó México, nos dejó un
testimonio de devoción y admiración por este país y su rica herencia
prehispánica. Su historia nos recuerda que la pasión por la exploración y la
cultura puede cruzar fronteras y unir corazones en un rincón lejano del mundo.