Escritos divulgativos de ciencia, medicina, psicología, sociología, adicciones y mas...
Quizás, desde los orígenes de la humanidad, ha sido
motivo de preocupación para el hombre la naturaleza de la vida subjetiva. Pero ¿Cuál
es la relación de esa experiencia inmaterial con lo material? Esto es ¿Cuál es
la relación del alma con el cuerpo? Las respuestas que a esta pregunta se han
dado en la historia han sido diversas. Los griegos formularon tres posibles
hipótesis: mientras que Aristóteles propone que el hombre esta hecho de dos
sustancias, una material y la otra inmaterial, Platón propone que lo único real
es el espíritu y en contraste Demócrito propone que
la realidad única es la materia. Pero en realidad fue Descartes (s XVII) quien
mejor desarrollo la perspectiva dualista del hombre. Este filósofo concibió a
la mente como una entidad de naturaleza espiritual, alojada en un cuerpo
material.
A partir de esta concepción dualista, se pudo
concebir al cuerpo cual maquina, sin contrariar a filósofos y teólogos, quienes
siguieron como guardianes del alma. Pero esta concepción dividió también la
forma en la que se estudia al ser humano, por un lado poniendo al mundo
natural, objetivo y externo bajo el manejo de las ciencias físicas (biología,
medicina) y por otro al mundo subjetivo,
interno y en apariencia inaccesible al cuidado de la filosofía primero y de la
psicología después.
Pero esta inaccesibilidad de lo intrapsiquico,
fue salvada con el advenimiento de Freud y el desarrollo del modelo del aparato
psíquico. Resulta interesante bosquejar como este hombre de formación en inicio
medica, fue construyendo el concepto de aparato psíquico, partiendo del síntoma
para investigar como está formado.
Ya en su “Proyecto de Psicología” (1895) Freud
empieza a describir los tres sistemas fundamentales: inconsciente, preconsciente y consciente. El propio Freud intentara dar
sustrato anatómico a dichos sistemas, al llamar al inconciente en un primer
momento “doble conciencia” o “estado hipnoide”. Pero al continuar estudiando los sueños,
llega a la conclusión de que el inconciente no es biológico. En cambio le da un
carácter alucinatorio. Al explicar el sueño, explica el propio inconciente.
Para mi, el abandono final del intento de localizar el
aparato psíquico en un punto anatómico se da cuando Freud afirma “la
investigación científica ha demostrado irrebatiblemente que la actividad
psíquica está vinculada a la función del cerebro más que a la de ningún otro
órgano.” Pero mas adelante completa “todos los intentos realizados para deducir
una localización de los procesos psíquicos, es decir, todos los intentos de
concebir las ideas como almacenadas en las células nerviosas y las excitaciones
como siguiendo el curso de las fibras nerviosas, han fracasado por completo”.
Es la ruptura final con el enfoque localizacionista
propia de la medicina de la época.
Para este momento, el alejamiento de la medicina y
sus métodos, era ya casi completa. Había dejado de ejercer como médico neuropatólogo y se dedicaba en cuerpo y alma al desarrollo
de lo que ahora conocemos como teoría psicoanalítica. Surge entonces una
interrogante, ¿Acaso cuándo Freud concibió al aparato psíquico, había
renunciado a toda posibilidad de situarlo en estructuras anatómicas? ¿O acaso
renuncio a intentar localizar dicha construcción en forma provisional, dada la
miope visión que se tenía sobre la función cerebral? No podemos olvidar que el
creador de la teoría psicoanalítica ostentaba el titulo de medico y que fue el
contacto con las pacientes histéricas de Charcot lo
que le permitió empezar a comprender esa enfermedad y a construir el
psicoanálisis. En 1926 Freud escribía ““Dada la íntima trabazón entre las cosas
que separamos como corporales y anímicas, cabe prever que llegará el día en que
desde la biología de los órganos y desde la química se abrirán caminos de
conocimiento, esperamos que de tratamiento hacia el campo de los fenómenos
neuróticos. Ese día parece aún lejano; en el presente esos estados patológicos
nos resultan inaccesibles desde el lado médico”
Pero la historia demuestra que medicina y
psicoanálisis siguieron caminos totalmente distintos. Este último utiliza solo
a la palabra como medio diagnóstico y terapéutico, y dichas palabras las intercambiaran el paciente
y el analista en forma reservada. La medicina en cambio se encamino al
organicismo, y puso su acento en la técnica y dependiendo cada vez más de
herramientas técnicas de diagnóstico y tratamiento, enfocándose solo funciones
normales o alteradas, desdeñado cada vez mas el
intercambio humano, la relación médico paciente y la intangible vida interna de
los sujetos. La psiquiatría se enfoca a solo tratar enfermedades, reduciendo el
éxito a la desaparición del síntoma, sin detenerse a explicar satisfactoriamente
la causa. Solo diagnóstica aquello que se puede prescribir, y vive en la era
del neurofármaco, minimizando la practica
clínica a recoger los ítems sintomáticos de los pacientes y encajonarlos según
las normas de los dos manuales para tal fin hechos: DSM IV y CIE 10. Hoy
medicina y psicología, son dos disciplinas totalmente separadas, sin casi
puntos de contacto.
¿Era (y es) esta separación inevitable? Quizás sea el propio Freud quien nos
responda, si revisamos sus “Conferencias Introductorias” de 1915 y 1916,
dirigidas precisamente hacia médicos. Y muchas de las ideas ahí plasmadas
tienen una brutal vigencia al día de hoy. Leemos al inicio de su charla que
advierte a los médicos presentes: “Les mostraré que toda la capacitación
anterior y los hábitos de pensamiento de ustedes tienen que (forzosamente)
convertirlos en opositores al psicoanálisis, y cuánto deberían vencer dentro de
sí mismos para dominar esa hostilidad instintiva” Con esta simple afirmación no solo advertía a
su publico sobre el efecto perturbador que de entrada provoca el psicoanálisis,
sino que prefiguraba la confrontación que a veces velada y otras abiertamente
se ha venido dando entre médicos y psicólogos. Pero anticipaba además otras
dificultades en el estudio del tema. Contrastaba la enseñanza medica (que el
mismo había experimentado) con la enseñanza del psicoanálisis. En medicina todo
se aprende observando, viendo hacer, corroborando los fenómenos fisiológicos.
Freud decía a sus oyentes “el profesor de medicina desempeña predominantemente
el papel de un guía y de un intérprete que los acompaña por un museo mientras
ustedes obtienen un contacto inmediato con los objetos, y, por medio de su
propia percepción, se sienten convencidos de la existencia de los nuevos
hechos”. En contraste, el psicoanálisis requiere de ser vivido, para ser
aprendido. No se puede ser oyente en una sesión psicoanalítica, se aprende a
partir de lo que otros reportan. Se requiere entonces fe en aquel que reporta.
Pero establece además otra dificultad más, para
aquellos de formación médica: “Se les ha enseñado a buscar un fundamento
anatómico para las funciones del organismo y sus perturbaciones, a explicarlas
en términos de física y de química y a concebirlas biológicamente, pero ni un
fragmento del interés de ustedes fue dirigido a la vida psíquica que, no
obstante, corona el funcionamiento de este organismo maravillosamente
complejo”.
Esta afirmación se hacia, en una época en la que, los
neurólogos tenían puestas las miopes gafas del reduccionismo
localizacionista. Ciertamente el aparato psíquico era
(y es) un modelo virtual, cuyas funciones pueden ser percibidas, pero no es anatómicamente verificable. Nuevamente ¿Esto se debía a que
el desarrollo de la comprensión fisiológica del cerebro estaba aun en pañales
en aquellos años? ¿Acaso hoy día podemos afirmar que la comprensión de los
flujos de información neuronal permitirán bosquejar la
localización de los diferentes componentes de dicho aparato? ¿Tendría sentido
encaminar tiempo y esfuerzo a lograr dicho fin? o ¿Acaso el Aparato Psíquico
es solo una idea sin sustento formal? ¿Existe realmente ?
Asumiendo que las observaciones de Freud son validas
y que la mente funciona justo como el la describió, es necesario intentar
encontrar el sustrato anatómico de dicha estructura mental.
Recientemente ha aparecido una nueva visión
integradora, que en principio intentaría modificar esa visión dual del ser
humano y reconciliar mente con su sustrato biológico, el cerebro. Esta surge a
partir del desarrollo de las llamadas ciencias cognitivas (disciplinas
enfocadas al estudio de la mente y el comportamiento) y de sus observaciones y teorizaciones alrededor del tema de la conciencia asi como de su postulado básico de que los determinantes de
la conducta son los procesos mentales superiores.
Fue a partir de los años 80, que la experiencia
clínica dejo en evidencia la existencia de procesos mentales inconscientes.
Esto se hizo evidente por ejemplo, cuando viendo a la mente desde el punto de
vista de la informática, el neurocientifico Gerald Edelman, afirmo que los
procesos concientes manejan una cantidad muy limitada de unidades de
información en cada segundo, desde 1 hasta 16 bits. Esto supone que la mayor
parte de los procesos mentales de aprendizaje, memoria y pensamiento cursan a
través de procesos de los que la conciencia no tiene ninguna noticia, y suponen
el manejo de una cantidad inimaginable de bits por segundo. ¿No recuerda esto a
la afirmación de Freud de que conciencia no es sinónimo de mente? Sin embargo
estos esfuerzos no llevan a aceptar al inconciente del psicoanálisis, mas bien
lo conceptualizan como un no-conciente o segunda conciencia.
El aparato psíquico es conceptualizado como un
sistema de procesamiento de información. En cuanto a su localización, se ha
superado el localizacionismo
estrecho e ingenuo del siglo XIX, (con el que Freud lidio en su etapa medica)
que suponía la existencia de un lugar anatómico circunscrito para cada función
o para cada síntoma. Actualmente se acepta que la producción de las diversas
funciones mentales no es el efecto de un solo órgano o tejido en particular,
sino más bien el emergente de la interacción y conexión de varios órganos y
tejidos. En consecuencia, en la actualidad ningún autor se plantea la
localización del inconsciente freudiano en términos de anatomía cerebral.
Cualquier propuesta se formula en términos de un sistema funcional.
La conciencia –según Edelman
- no es un lugar anatómico estático, sino un proceso dinámico, caracterizado por
la interconexión de un grupo especializado de neuronas que ligan ciertas
regiones de la corteza con estructuras profundas del cerebro donde se
establecen todo el tiempo y de modo cambiante interconexiones funcionales de
distintos grupos neuronales que producen la experiencia integrada, continua y a
la vez siempre cambiante, de la conciencia. No es un lugar anatómico único. No
son siempre las mismas neuronas
Para este autor, el inconsciente es también un
proceso, que discurre por diversos ejes paralelos al del núcleo dinámico,
involucrando un número más amplio de estructuras, desde la corteza hasta los
ganglios basales y el cerebelo. Las interconexiones
de este sistema manejan una cantidad de información infinitamente superior a la
de la conciencia. Y el sistema esta interconectado con el núcleo dinámico de la
conciencia a través de vías de entrada y vías de salida. Este modelo da
sustrato funcional a algunas partes del aparato psíquico. Además explica
ciertos fenómenos, abordados ya desde el psicoanálisis, como actos fallidos
como los lapsus verbales, los de la escritura, el
olvido de propósitos y los errores en la ejecución de actos. Pero categorías conceptuales fundamentales
del psicoanálisis, como el deseo, el goce, la represión primordial, el complejo
de Edipo, la pulsión y el sujeto del inconsciente, no pueden ser abordadas
desde la metodología de estas neurociencias cognitivas.
Pero con estos adelantos conceptuales, ya hay quien
habla de Neuropsicoanalisis e incluso se fundo en el
2001 Asociación Internacional Neuropsicoanalítica.
Esta nueva disciplina, a decir de Fred Levin, uno de sus defensores, permite unir las
neurociencias con el psicoanálisis, y explica "El nexo son los
sentimientos y las emociones. Hasta hace poco, las neurociencias no los estudiaban.
Y el psicoanálisis tampoco investigaba el cerebro. Ahora se han unido y los
estudiosos de ambos campos investigan qué es lo que provoca las emociones en el
cerebro y cómo éste opera en ellas." Resulta evidente pues que el área de
interés de esta nueva disciplina abarca más que las neurociencias cognitivas y
podría ser esperable que eventualmente logre describir los procesos
neurofisiológicos que rigen el funcionamiento del aparato psíquico. Y ya se
están dando pasos en ese sentido. El propio Levin
ejemplifica: “Freud dijo que los sueños son muy importantes como
representaciones del inconsciente. Existía una controversia sobre qué parte del
cerebro controlaba los sueños. "Se creía que era en el "puente",
en la parte baja del tronco cerebral. Sin embargo, el neurólogo y psicoanalista
Mark Solms descubrió que el
control de éstos se encontraba en la zona media del lóbulo frontal, que tiene
relación con las emociones”
Queda claro que no es posible localizar
topográficamente la estructura del aparato psíquico, a pesar de los esfuerzos
que pretenden ajustar tal o cual parte de dicho aparato a cierta estructura
cerebral, a la luz de las funciones descritas en esta (como quien pretender ver
en el sistema límbico al “ello”). Pero esto no le confiere a dicha construcción
un carácter metafísico, inalcanzable y del todo resistente a cualquier intento
de explicarlo en términos neurofisiológicos. Freud tuvo el genio y la lucidez
de describir las fuerzas subjetivas internas que rigen la vida interna de los
seres humanos - eso si, en base a su experiencia subjetiva -
sin detenerse ante la incapacidad de la ciencia medica de
entonces para explicar dichas fuerzas en términos biológicos. Hoy tenemos métodos
y técnicas asi como paradigmas mas eficientes en intentar comprender lo que Freud
explico, para confirmar o desechar esa idea. Y aunque estamos
muy lejos de lograr tan ambicioso objetivo, hoy se vislumbra la posibilidad de
llegar a comprender las complejas relaciones neuronales del cerebro, lo
suficiente para poder crear un modelo plausible de cómo se desarrollan los
procesos neurobiológicos que subyacen a lo que llamamos "Mente".
BIBLIOGRAFIA