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La aportación de Rogers a los Modelos Humanísticos - Existenciales
A principios de la década de los 60 del siglo XX, Carl Rogers contaba
con cerca de 50 años de edad, cuando compilo en un libro varios de sus trabajos
anteriores, la mayoría inéditos o escasamente difundidos,
y los publicó bajo el título “El proceso de convertirse en persona”. En una
primera lectura del libro, daría la impresión de que tal compilación es la
cúspide del trabajo creativo del autor, donde concreta los aspectos más
esenciales de la técnica que más tarde se conocerá como la
terapia centrada en el cliente. Sin embargo, este
libro prefigura una etapa de gran producción intelectual, que abarcaría toda la
década de los 70 y la primera mitad de los 80, hasta su muerte en el año 1987.
Todo este trabajo creativo del autor,
realizado principalmente en "La Jolla" California, permitirá considerar su trabajo como uno de los
pilares de una corriente psicológica, conocida como Humanismo.
Una división de las diferentes corrientes terapéuticas existentes, es la propuesta por Feixias y Miro (1992):
- Modelos Psicodinámicos
- Modelos Humanístico - Existenciales
- Modelos conductuales.
- Modelos cognitivos.
- Modelos sistémicos.
Esta corriente es de manufactura eminentemente estadounidense, y para Feixas y Miro (1992) comparte elementos con la tradición fenomenológica existencial europea. Dentro de esta etiqueta tan amplia (Modelos Humanistas - Existenciales) se agrupan una serie de enfoques terapéuticos que evolucionaron cada uno en forma diferenciada pero que comparten en forma paralela múltiples influencias mutuas. Este "movimiento" aparece como alternativa al psicoanálisis y al conductismo, y lo hace casi al mismo tiempo que el cognitivismo empieza a conceptualizar al cerebro en función del procesamiento que hace de la información. No mucho mas tarde empezaría a diferenciarse - no demasiado lejos de "La Jolla" en "Palo Alto" el enfoque Sistémico.
Pero Rogers parece distante de estos complicados modelos teóricos,
por no decir de los mecanizados modelos conductistas. Esto no implica que las
ideas Rogerianas y de otros humanistas como Maslow fueses simples construcciones argumentativas sin
sustento, al contrario, desde los inicios de sus trabajos buscaron un apoyo empírico
en sus formulaciones lo que les genero consideración académica y una amplia proyección en las áreas laboral y educativa.
Para entender esta evolución, es necesario remitirse a la historia de
vida del propio Rogers y su heterogénea formación académica y laboral. Al menos
la primera parte de esta, la de la formación y desarrollo de sus primeras ideas
sobre la técnica de terapia centrada en el cliente, están claramente reseñadas
en el primer capitulo del ya citado libro. La base de dicha reseña es una
conferencia que cinco años antes dio con el objetivo de presentar, “no sus
ideas, sino a si mismo.” El objetivo era
saber como había llegado a elaborar sus pensamientos
y a ser lo que, entonces era. Resulta significativo como en esta narración,
Rogers elabora los diferentes acontecimientos de su vida, dándoles
significancia mayor a unos sobre otros.
Por ejemplo, en lo que parecería un intento de subrayar el carácter
científico y basado en observaciones de sus trabajos, resalta el temprano
interés que tuvo en la observación de la naturaleza, describiendo sus tempranas
experiencias observando de mariposas y creandolas. A este interés le atribuye
la orientación hacia sus trabajos posteriores.
Pero aun mas, reivindica sus fuertes inclinaciones hacia lo científico,
haciendo alusión a su propia crianza, hablando de su padre como un hombre que
aplicaba las mas rigurosas evidencias científicas de la época en el dia a dia de su actividad como granjero, lo que a su vez
provoca en el entonces joven Rogers, un habito de lectura y estudio, aun de textos
que el mismo admite no pensados para un adolescente. Pero aun mas allá,
lejos de limitarse a estudiar dichos textos, se embarca en la realización de
experimentos ahí propuestos, eventos que auto describe como realizados con todo
el rigor científico que ameritaba el caso. En pocas palabras se retrata a si
mismo como un científico “desde la cuna”
Por otro lado, el mismo Rogers acepta haber sido criado en un entorno
moralista muy estricto, propio de las mas añejas
tradiciones protestantes de los Estados Unidos. No
sorprende entonces ver al futuro psicólogo formando parte de
Así
el joven hijo de agricultores que abandonó el camino del dogmatismo por la
verdad comprobable, empieza una nueva carrera en la entonces fértil area de la psicología. Obtiene una beca y por razones mas
económicas que de vocación acaba en un instituto que trabaja con niños. Una
suerte de isla, donde se aplicaba el modelo psicodinámico
en medio de el furioso embate de los conductistas, tanto en áreas académicas
como clínicas. Al terminar el internado e de psicología, Rogers dedica 8 años
de su vida, en un puesto casi burocrático en el Departamento de Estudios
Infantiles. Es interesante como el psicólogo va narrando la forma totalmente empírica
en que va desarrollando primero un desaprendizaje de
todo lo que sabia, pero que observaba como no del todo eficaz y luego inicia a
construir nuevas ideas sobre el tema. Quizá el inicio sea el desarrollo una
cierta desconfianza hacia las autoridades académicas en el área de la
psicología. Lo que se da como cierto y funcional, quizás no lo sea tanto. Esta
certeza, es el impulsor primario que alienta la
necesidad de proponer algo distinto. Resulta sorprendente que tal lucidez
aparezca en un entorno gubernamental, burocrático, sobrecargado de trabajo y no
en un campus universitario o instituto de investigación. O quizás por lo mismo.
Como se que fuere, es en este periodo
cuando el joven psicólogo deja de ver en lo ya escrito las respuestas a todos
los problemas con los que se enfrenta en su dia a dia. ¿Cuántos de nosotros nos atreveríamos a tanto, ya en
una practica diaria?
Las tres características mas importantes del terapeuta, propuestas por Rogers:
- Empatía
- Autenticidad
- Aceptación incondicional
Su método de estudio, diferente al común, empezó a tomar forma en el
descubrimiento de las “bondades” de poder estudiar una transcripción “palabra
por palabra” de una sesión terapéutica. (Desafortunado descubrimiento, añadiría
yo a tono personal y quizás conmigo
todos los alumnos que alguna vez han tenido que repetir la tediosa tarea de
transcribir una sesión).
Aquí empieza a aparecer una suerte de “quitar responsabilidad ”
sobre la forma en que Rogers conceptualiza la ayuda que el terapeuta puede dar
al cliente. Es el cliente quien en el fondo sabe lo que necesita. Es del propio
cliente de donde fluye toda la ayuda necesaria. El terapeuta solo acompaña y
refleja al propio cliente. No se requiere de la sesuda labor del analista que
emite complejas interpretaciones al material proporcionado. Tampoco se limita a
lograr un cambio de conducta, que acaba siendo de escasa duración y nula
profundidad. Pareciera que ante la inoperatividad de los modelos disponibles en
la época, Rogers se hubiese visto obligado a buscar una tercera via, una tercera forma de hacer las cosas, para
efectivamente ayudar a sus pacientes. Y pareciera que todo empieza con el
desarrollo de la técnica terapéutica y es más tarde cuando empezara a arropar
dicha técnica en un manto teórico que le de sustento. Pero partiendo de un
paradigma, que de momento se antoja cuasi dogmático.
Da la impresión finalmente, de que el primer capitulo del libro de
Rogers es mas bien una suerte de apología de si mismo y acreditación de su formación, donde acepta que tiene
bastantes detractores (a los psicoanalistas ortodoxos entre los mas virulentos)
pero intenta defender lo que hace, pidiendo que se juzgue por los resultados su
trabajo.
Visto desde esta luz, el modelo Rogeriano,
puede ser tildado de simple conserjería empírica o llevado a la categoría de
verdadera clínica terapéutica, pero sin lugar a dudas, es fruto mas de la necesidad que del deseo de construir algo
diferente a lo que había. Y como tal, puede estimarse sus métodos y sus
postulados, como parte muy útil y valiosa del arsenal a disposición de
cualquier clínico, sea cual sea su enfoque domínate.